Pasados ya más de 15 años desde la prohibición del uso de materiales con amianto por el potencial tóxico de esta sustancia, la retirada de los mismos continúa siendo una demanda habitual en el ámbito de los trabajos en tejados en Cantabria. Hoy todo el mundo asocia amianto o asbesto a peligro para la salud humana, ¿pero dónde reside concretamente el peligro de estos compuestos?
El problema con el amianto viene de su extendido empleo como parte del material constructivo llamado fibrocemento -más conocido por su nombre comercial, uralita– a lo largo de las décadas. Este producto suponía una alternativa muy económica a la hora de crear cubiertas para construcciones, así como en otros usos habituales como es el caso de las canalizaciones.
Con el tiempo se confirmaron las sospechas acerca de la toxicidad del amianto, que se manifiesta fundamentalmente cuando el aparato respiratorio es expuesto a las fibras de esta sustancia. Sucede con la degradación o rotura de las planchas de fibrocemento que contienen amianto: entonces se liberan fibras microscópicas que quedan en suspensión en el aire y pueden ser inhaladas por las personas.
Respirar fibras de amianto puede producir una enfermedad conocida como asbestosis. Se trata de una enfermedad respiratoria que causa daños en el pulmón y la pleura, con consecuencias perjudiciales para la propia respiración. Más allá de esta reacción tóxica, el amianto ejerce asimismo como carcinógeno, con una notable incidencia en casos de cáncer de pulmón y mesotelioma.
Estos considerables riesgos son los que hacen aconsejable deshacerse de las cubiertas antiguas que contengan amianto, en especial si se encuentran expuestas a la intemperie y por tanto pueden alcanzar un estado de degradación. Cabe resaltar además que uno de los problemas que causó que la prohibición del fibrocemento se dilatara tanto en el tiempo es que los propios efectos de su inhalación pueden tardar muchos años en hacerse patentes.
Desde Grupo Acebo queremos recordar que, precisamente por la imperiosa necesidad de evitar que el fibrocemento sufra daños en el proceso de retirada que puedan liberar las fibras tóxicas que contiene, es imprescindible que esta labor la lleve a cabo un equipo de profesionales específicamente cualificados e inscritos en el RERA (Registro de Empresas con Riesgo por Amianto), como es nuestro caso.